lunes, 26 de julio de 2010

Felicidad retrospectiva.

Soy feliz sabiendo que antes sí era feliz.
Soy feliz sabiendo que en algunos años seré feliz por la misma causa

La nostalgia también es felicidad en retrospectiva

martes, 13 de julio de 2010

CADA PUEBLO TIENE EL GOBIERNO QUE MERECE


Me inclino a pensar que el hombre es malo por naturaleza. Hay gente mala pobre, rica, americanos, europeos, africanos, asiáticos, árabes, indios. Hay hombres malos, hay mujeres malas. Creo, por lo que veo, que no hay otra cosa que se necesite para ser malo además de ser humano. Tal vez es el precio de poder razonar. Pero aunque en todos lados el hombre es malo, hay lugares en los que son más inteligentes y se organizan mejor: hay sociedades que han conseguido con más éxito administrar la maldad en aras del bien común.

La gente rica puede ser muy mala, la ambición debe ser la principal fuente, pero la pobreza y la necesidad también suelen generar cierta tendencia a la maldad.
En México hay gente muy pobre, la mayoría, y gente muy rica, que son los menos a cosa del resto, la mayoría gente de dudosa calidad ética. Por ejemplo, los policías son corruptos por la misma situación que el resto de la gente: por necesidad o por ambición. Los policías de bajo rango son en su mayoría corruptos porque son ignorantes, faltos de criterio, y son de esta manera porque no tuvieron una buena educación. Lo anterior seguramente porque toda su vida han sido pobres, y sus bajos sueldos y la presión de mantener a sus familias son causa de que se vuelvan corruptos y complementen su sueldo con mordidas de aquí y de allá. Los superiores, que probablemente no sean más letrados, pero seguramente sí más poderosos política y económicamente, son corruptos por ambición por tratar de mantener su coto de poder y en una de esas, si se puede aumentarlo.
Seguramente hay muchos que piensan que no debería hacer este tipo de generalizaciones, pero creo que nuestra realidad habla por sí sola. Hay quien dice que en este país no toda la gente es mala, y que hay muchas cosas por hacer. Ninguna de las dos cosas es falsa. La última es evidente: Claro que hay muchas cosas por hacer, eso es completamente obvio: si hay algo descompuesto, hay muchas cosas qué hacer para componerlo. Lo primero no es más que un pensamiento de consolación: Hay gente buena, claro que la hay. Hay gente que hace cosas, claro que también la hay, pero me queda claro que no es la mayoría. Es muy claro también que no es este tipo de gente la que tiene capacidad para llevar las riendas y tomar decisiones (sería ilógico que si la gente que sabe y hace lo que es correcto fuera la mayoría las cosas no estarían tan mal, y si no, entonces no sería gente correcta en realidad).
Hay que aceptarlo, vivimos en un país donde la mayor parte de su población es ignorante, corrupta, individualista y egoísta (independientemente de si son ricos o pobres). En todos países hay de este tipo de gente, pero hay lugares que a pesar de la maldad y alevosía de la gente la sociedad consigue organizarse. Lo siento, tenemos que enfrentarlo, este no es uno de esos países y en doscientos años no hemos tenido una sociedad de este tipo.

Lo anterior ha sido parte de nuestra historia desde que nos llamamos México (la literatura abunda al respecto) y el sistema está creado, o surgió, se autoformó- o como quiera que haya sido- funciona para que la gente, gobernantes y gobernados, sigan siendo corruptos. Las personas no conocen la ley, pero tampoco se puede hacer mucho con una ley que deja vacíos y permite la libre interpretación de quien deba implementarla, y los gobernadores, que son quienes la implementan, tienen un criterio casi siempre incorrecto.

¿Y qué nos queda entonces? Las cosas en mi país están cada vez peor. Cada vez me convenzo más de todo lo que he dicho anteriormente. Estoy harta de ver cómo la gente se queja y critica y señala los errores del país, del gobierno, pero por otro lado acepta como normales y correctas cosas que no lo son (el diablito para la luz, la cuota para el “viene viene”, la mordida para el poli, el trato privilegiado para senadores, diputados e infinidad de burócratas, entre muchas cosas: el que no tranza no avanza, dice el dicho popular). Pero ¿y luego? En toda nuestra historia no hemos podido mantener el camino del progreso y desarrollo (económico, humano, ético) durante mucho tiempo, y  me pregunto, ¿QUÉ NOS QUEDA? ¿resignarnos? ¿aceptar que nos tocó vivir en uno de los países de los jodidos y que así nos vamos a quedar? Quisiera pensar que no, de verdad quiero pensar que no, y en mi intento por no dejarme pensar quiero creer que es posible encontrar algo que se pueda hacer y funcione.

En lugares como México la gente no se entera que si bien muchas cosas dependen de las circunstancias, el mayor motor para generar el cambio son las acciones de la gente. Y no nos enteramos porque quienes sí lo saben no quieren que esto sea del conocimiento general. No es difícil probar que las sociedades más organizadas lo han conseguido por la participación de sus integrantes, pero en nuestro país, creemos que todo el cambio debe comenzar en el gobierno. Si renunciamos a nuestra capacidad de acción como ciudadanos, ¿qué podemos esperar? Por favor, hay que darnos cuenta de una cosa muy sencilla: CADA PUEBLO TIENE EL GOBIERNO QUE MERECE. Las cosas se merecen por las acciones realizadas, y si nuestras acciones se caracterizan por la apatía, por la ignorancia, por el egoísmo, no podemos esperar otra cosa que un gobierno deficiente,  corrupto y al que no le importe una ciudadanía que ni siquiera se reconoce a sí misma como tal.

No sé exactamente cuál es el rumbo que se deba tomar, pero estoy convencida que si la gente sigue sin enterarse de esto, entonces seguiremos siendo una sociedad de niños peleando por los dulces y los juguetes, que se dejan guiar porque no saben qué hacer, que aprenden y heredan malas costumbres por la desidia de actuar por nosotros mismos y la pereza de aprender a conocer y reconocer lo que es correcto y lo que no.