jueves, 7 de abril de 2011

¿Cuál es la solución?

De verdad que leer las noticias día a día resulta más abrumador cada vez.
¡Una fosa con 59 cadáveres! ¡Decenas de muertos, torturados, desaparecidos, secuestrados cada día! Dios en dónde estamos?!?!?!? Gente en otros países se horrorizaría con mucho, mucho menos…
La violencia nos rodea, y no sé que me hace sentir, me hace sentir mal. De verdad se me apachurra el corazón pensar que me dan muchas, muchas ganas de vivir en un lugar donde el miedo a que otro ser humano te haga daño sea menos intenso, constante y vívido de lo que es en nuestro país.
En Twitter y las noticias he seguido las actividades de Javier Sicilia, y me emociona saber que hay gente que cuando menos tiene la voluntad de salir a caminar a la calle junto a otras personas para manifestar lo hartos que están de esta situación.
En las redes sociales la pregunta del momento es: entonces ¿cuál es el rumbo? ¿Qué debemos hacer? ¿Cuál es la estrategia que debe seguir la ciudadanía y cual es la política adecuada que debe implementar el gobierno?
Y entonces me pongo a pensar: bueno, antes que nada, ¿quién o quiénes son los causantes de esta situación? ¿Quién o qué es el enemigo y cuál es la causa? Y se me vienen muchas ideas a la cabeza. El enemigo es el gobierno, por incompetente. El enemigo es la clase política, por corrupta, podrida, avara para dar asco y también incompetente. También lo son los narcotraficantes y el crimen organizado, precisamente por ser criminales (declarados vaya, por que los anteriores son también criminales pero “de cuello blanco” osea sólo más hipócritas) y porque también son corruptos y avaros, pero eso sí, bastante más competentes. Los gringos por hacerse de la vista gorda cuando en su país los menores consumen más marihuana que alcohol porque es más fácil conseguir ésta última y por su no-se-cual enmienda que hace de las armas un artículo de presencia cotidiana en los hogares (que no nos sorprenda en un pueblo que ha sido típicamente bélico, belicoso, beligerante, y todo lo que tenga que ver con ser guerroso). También los empresarios, a quienes les conviene que la gente sea tonta e ignorante para poder sacar mayor provecho y ganancias.
Pero la cosa no para ahí. Cómo siempre lo he dicho, incluso la gente común y corriente que ni tiene dinero, ni tiene un hueso en la administración pública ni es parte del crimen organizado tenemos en general un nivel cívico y ético deplorable. Adoptamos la típica actitud de que si algo ya está jodido, pues para que lo voy a cuidar. Nuestro país esta jodido, y no lo cuidamos, total lo que yo mantenga al rato va a venir alguien más y lo echará a perder, mejor lo echo a perder yo. Y esto va más allá de la pobreza y la necesidad. Porque la clase media, esa que no tiene para cambiar el coche y le cortan el teléfono por falta de pago, pero que tampoco se muere de hambre, no es como que sea muy participativa… sino que por lo general trata de voltearse para que cuando menos la porquería no le salpique la cara.
Entonces ¿cómo le hacemos? No, los buenos nos son los más, al menos no en este momento creo. Pero esto no es suficiente. Hay que pensar en qué se puede hacer para convencer a la gente de que debemos hacer cosas juntos y unos por otros para que comencemos a salir del hoyo. Hay que hacerle ver a la gente que Slim no genera desarrollo con sus miles de empleos mal pagados. Que Televisa y Tv Azteca no nos defienden del hombre que se ha vuelto el más rico del mundo a costa del resto, porque en realidad lo único que quisieran hacer es apropiarse del botín. Que hay que salir, hablar, discutir, educar a los niños, cambiar hábitos y solidarizarnos. Que hay que exigir a los gobernantes, cómo lo intenta hacer Sicilia. Y cada uno desde su trinchera hay algo que seguramente puede hacer.
Todos hacemos cosas pequeñas e indebidas que consideramos insignificantes, y sólo hay que ver como está el país para darnos cuenta que esas cosas “insignificantes” tienen grandes repercusiones. Quizás, si hacemos cosas pequeñas y buenas, entonces podamos cambiar el rumbo de las cosas.
Espero con todas mis fuerzas que en torno a Javier Sicilia se puedan continuar los pasos que Alejandro Martí, Isabel Wallace, Marisela Escobar y otros menos famosos han comenzado a dar para alzar la voz, y espero que las consecuencias sean cada vez mayores y den resultado.

martes, 5 de abril de 2011

las 5 ya van a dar

Yo no sé porque, a estas horas, en las que el trabajo se vuelve un tedio, en el que los pendientes pueden esperar a mañana, me dan unas ganas tremendas de escribir.

Escribir sobre lo mucho que siento, porque sí, siento mucho.

Por alguna extraña razón, mis ciclios infradianos hacen que mi cerebro se revolucione, y me entra una sensación extraña, como de que quiero decirlo todo, y no puedo.

Vienen pensamientos y palabras en tropel, y antes que pueda evitarlo se me escapan. No puedo detenerlos, huyen y luego me sigo sintiendo igual, y sin poder escribir nada en concreto.

Casi siempre me pongo a recordar, a reflexionar

[no sé cómo fue
en realidad no recuerdo ni como sucedio todo, como comenzó
¿qué hubiera sido mejor?]

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Casi siempre me dan épocas en que escribo cosas. La más fructífera fue en Buenos Aires. Me gustaba lo que escribía, pero lo perdí... bueno, más bien todo eso se fue en mi cuaderno que estaba en mi bolsa el día que nos robaron el coche... cómo me dolió. Y pensar que quienes se lo llevaron no lo deben haber tirado por ahi. Ojalá alguien lo haya encontrado. Ojalá alguien haya tenido el morbo suficiente para leer su contenido. ¡Hasta ilustraciones y recortes tenía!
Quien lo haya encontrado, y si lo leyó, se acercó a lo que un día fui enteramente yo.
¿Porqué lo perdí?
Creo que algunos restos fueron rescatados en este blog, desafortunadamente no todos, y seguramente tampoco los más interesantes.

Un minuto de silencio
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Es cíclico.



Sigue un patrón, una estructura recurrente.


Es un tobogán, en forma de espiral, sube y baja, hacia adelante siempre.


Siempre dando vueltas, siempre.






Uno percibe el avance, lento, paulatino


Pero también se sienten las vueltas


El mareo.


Llegar al mismo punto.






Girar. Visto desde arriba es siempre un círculo.


El círculo se desdobla.


Avanza, ¿retrocede?


¿avanza?






(Déjà vu)