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Reincidencia:
Parte I
Después de mucho tiempo, hoy me puse a
releer mis exabruptos pseudo literarios y de opinión que han dejado su
evidencia en la red. Es decir, las entradas de mi blog (los más jóvenes no van
a saber a qué me refiero, los más viejos tampoco) y mis “Notas” de Facebook
(aquí tal vez mis tías y mi mamá sí sabrán a qué me refiero, al menos en la
parte de Facebook…).
Hoy me acordé de que en algún momento me
tomaba el tiempo de escribir. En mi vida actual de godínez (y no de godínez
cualquiera, sino godínez de gobierno, DE GOBIERNO. Yo. En fin, ese es otro
tema) eso ya no pasa tan frecuentemente. Al menos no en la manera en la que
solía hacerlo.
Es decir, escribo mucho. Pero mis letras
las dedico ahora a cuestiones rutinarias: solicitudes, resultados y relatos
ascéticos y objetivos de las cosas que es necesario reportar a México (mucho
más importantes que mis desvaríos sin sentido, pero, definitivamente, con una
intención literaria muy inferior, si acaso). En fin, que para concluir esta
semana laboral, tuve una reunión con una organización que se dedica a promover
la escritura en español en el Pacífico Noroeste (no sé qué tiene este término,
pero he de confesar que me encanta: “Pacífico Noroeste”) y entonces recordé que
en algún momento de la vida solía escribir.
Escribía de todo y de nada. Tal cual.
Encontré algunos textos relacionados con la nada: “No es nada”, “Contemplación
y espera”, “La vista desde mi balcón”, describiendo situaciones totalmente
intrascendentes. Quizás el de mayor contenido es, paradójicamente, el de “No es
nada”. Porque que hablar de la nada ya es hablar de algo. Y claro, ese texto,
al final, termina hablando de todo.
Pero hay otros textos largos, enredados,
muy profundos, según yo en su momento. Textos de temas sociales y políticos.
Temas que hablan de todo: feminismo (“Enojada”, “Un justo medio más humano”),
participación cívica , legalidad (“2010, el año de la legalidad”. ¡Hasta
gastronómicos (Mango de manila) y entomológicos (Sueño de una noche de verano)!…
Pff, palabras largas y conceptos llenos de significado (ajá…).
Algunos (muchos) me dan pena ajena (por
ser la yo de otros tiempos), y propia (por seguirse tratando de mis propios
escritos). Mucho de ellos son ridículos, cursis, mal escritos e irrelevantes (en su mayoría). Otros, a pesar, y además de eso, me dan tranquilidad.
Encuentro ciertas constantes: como mi inevitable
costumbre de incluir notas incidentales encerradas entre paréntesis. Pero lo
qué más me tranquilizó, fue encontrar que desde chiquita (o al menos desde hace
unos 10 años) estoy bien amargadita. Al menos, esas constantes, son indicios de
cierta congruencia.
Mis preocupaciones políticas, cívicas y
feministas siguen siendo las mismas. Estaba empezando a pensar que últimamente
hacía corajes por cualquier motivo y había sido víctima del debate falso,
ideológico, manipulador y polarizante que me parece que prevalece en la
actualidad (de nuevo la superioridad intelectual…). Pero leyendo todo de nuevo,
y comparando con mis quejidos actuales, me doy cuenta que he hecho corajes
desde siempre y por los mismos motivos cualesquiera.
Recordar que escribía, y leer lo que
hice, me ha dado hoy, además de ciertas vergüenzas y sonrisas, un poco de
tranquilidad. Ojalá luego pueda explicar un poco más.