viernes, 21 de marzo de 2014

Esto fue rápido


Esto fue rápido, esto no fue nada. Y a la vez lo fue todo.

Fue una ráfaga de viento límpida a comienzos de octubre. Una de las primeras hojas en caer, iluminada por esa luz amarilla y brillante tan propia del otoño.

En esa ocasión desperté por segunda vez en ese mismo día, sintiendo una leve brisa sobre la piel de mi cadera descubierta. Había tomado ya suficiente aire para tomar conciencia. Más que aire, había ya respirado su olor.

Los minutos se deslizaban con la misma tersura que sus dedos acariciaban mis piernas. Y cuando abrí los ojos era momento de terminar por fin con todo esto. Fue una vez que se convirtió en dos, y en tres, y en cuatro, pero nada más.

¿Cómo definir esa brisa que se me metió al fondo del pecho? Es un gusto que ya se me está convirtiendo en nostalgia. El impulso de curvar mi sonrisa bajo unos ojos testigos de lo efímero, frágil y perversamente retorcido de la situación.

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